Tener dieciocho es difícil.
Y también lo es Mateo Alesci.
Es difícil de leer, difícil de predecir y difícil en todas las formas que cuentan. Quiere cosas de mí.
Cosas sucias, desagradables, prohibidas.
Y yo tengo que someterme.
Su atención es completamente inapropiada, pero no puedo decir no. La forma en la que me mira... la forma en la que me observa a través de la ventana de mi dormitorio... el modo en el que me arrastra cada vez más profundo en su mundo de fantasías prohibidas... me excita.
Sabe que me excita.
Tiene el poder. Tiene todas las cartas.
Tiene todo mi futuro en sus manos.
Y tengo que someterme.
Porque el señor Alesci es mi profesor.
Y necesito todo lo que me está ofreciendo.
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